Esta exposición presenta una serie de esculturas de la artista neoyorquina Carole Feuerman, iniciadas en 1976 y nunca antes expuestas públicamente en Estados Unidos. Para Feuerman, estos fragmentos representaron una primera incursión en la escultura figurativa, un realismo pop más provocador que el que proponía cualquier otro artista en ese momento. Sin embargo, esta exploración se detuvo después de que una primera exposición en Fort Worth fuera censurada por sus organizadores en 1978. No obstante, continuó esculpiendo la figura, refinando un estilo de representación superrealista cuyos títulos evocadores invitan a la interpretación social e incluso psicológica. De esta manera, Feuerman pretende capturar no solo la superficie de sus sujetos, sino también su vida interior y sus estados emocionales.

Más allá del mero realismo, el arte de Feuerman es más profundo y se preocupa tanto por retratar estados privados (a menudo estados de gracia o “trascendencia”) como por imitar los detalles de la naturaleza. Esto es lo que la distingue de la cohorte de escultores estadounidenses (George Segal, Duane Hanson, Robert Gober) que, como Feuerman, respondieron a la influencia de la publicidad y el arte pop de los años 1960 con sus propias marcas de realismo. El arte pop en la pintura había sido sinónimo de artistas masculinos en Nueva York como Andy Warhol y Roy Lichtenstein, y fueron los hombres, en la misma escena, quienes fueron aclamados como “pioneros” de la escultura pop.

De hecho, el pedigrí de Feuerman es sorprendentemente similar al de Warhol. Ambos alcanzaron un éxito temprano como ilustradores publicitarios. Feuerman, como Warhol, incluso diseñó el arte de los discos de los Rolling Stones. En su paso por las bellas artes, ambos experimentaron con técnicas mecánicas que les permitieron trabajar en serie: Warhol con la pintura serigráfica, Feuerman con moldes hechos del natural. Fiel a una estética pop de temas prefabricados (figuras moldeadas del natural), motivos repetidos (esculturas en serie) y humor exagerado, los bordes ásperos de las composiciones de Feuerman también recuerdan a las viñetas fotográficas arrancadas de revistas.